Errores que cometí al comienzo de mi carrera
Sabes que
Cuando salí de estudiar dietética creí que me iba a comer el mundo. Tenía 22 años, tenía novio (sí, parece ser que eso era un gran punto) y acababa de terminar mis estudios. Que además de ser interesantes, tenían mucha salida. La hostia de realidad que me pegué todavía la escucho. Spoiler: nunca he trabajado como dietista. El único trabajo al que aspiraba era vender productos para adelgazar en los que yo no creía. Cuando terminé Gráfica Publicitaria no era tan ingenua, pero sí que de verdad creía que encontraría trabajo.
La búsqueda de trabajo por cuenta ajena fue muy mal, la verdad. De hecho, tampoco he trabajado para alguien como diseñadora. Mientras encontraba mi hueco, he tenido otros trabajos, pero nunca quise dejar de lado el diseño. Porque al fin y al cabo, esta carrera sí que me llenaba. Y matizando, diseñadora pero también ilustradora. Que ahora ya no sé dónde poner la muga entre ellas en mi trabajo. Así que nada, a continuación os diré 10 errores que cometí al comenzar como diseñadora, aunque fueron muchos más.
Darme de alta como autónoma sin tener un plan
Fui tan ingenua que en cuanto me vino un cliente grande, me di de alta. Ya había tenido pequeños clientes y muy esporádicos, pero este cliente era grande y me iba a dar mucho trabajo. Sí, a todos nos ha pasado y caemos como bobos, porque queremos creerlo. Ahora si me dicen eso, me centro en el ahora, en el problema a resolver y a que salga adelante el trabajo. Y por supuesto, nada de rebajas con esa excusa. Si los dos hemos trabajado bien y el cliente ha quedado satisfecho, trabajaremos juntos, pero no por prometer que te van a dar mucho trabajo debes trabajar por dos duros o gratis.
Aceptar cualquier trabajo que me viniese
Nunca he dicho que sí a un trabajo que no pudiese hacerlo, pero sí que he aceptado trabajos muy mal pagados, sin cobrar, sin saber si el cliente era de fiar, o simplemente si acudían a mí porque creían que era barata. En realidad sí lo era porque nunca se habla de precios y era novata, pero ir así a buscar proveedores por sistema, no ayuda para nada a tu negocio. Así que si alguien viene regateando (todavía de vez en cuando me viene alguno), le explico el porqué de mis precios.
Además, ahora soy más selectiva porque estoy más enfocada y la seguridad de tener experiencia hace que diga que no cuando tengo dudas.
No preguntar lo necesario al comenzar con un cliente
Cuando salí de estudiar sí que tenía unos mínimos para comenzar, pero sí que es verdad que por querer correr, dejaba de preguntar. Preguntaba lo mínimo y ya empezaba con los bocetos. He trabajado de más por adelantarme al cliente.
El contexto es muy importante y cuando ahora hago muchas preguntas, es para poder saber antes de comenzar a trabajar. De esta manera no perdemos tiempo al realizar la misma tarea una y otra vez. Además, el resultado siempre es mejor.
No tener horario marcado
Empezar a trabajar a las 9 de la mañana y no paraba más que para comer o tener que ir a algún sitio (estudiar, por ejemplo). He perdido años de vida en jornadas demasiado largas. Y lo peor de todo es que no producía más. Solo estaba al ordenador.
Dejar fuera de la planificación mis redes sociales
Pensar que solo el cliente es lo importante y no ver que crear contenido es una forma de conseguir nuevos clientes es un gran error. Al final hay que estar para que te vean. Si no te conocen, no vas a tener la oportunidad de tener más proyectos.
Enfocarme solamente en mis carencias
Estaba tan obsesionada con lo que me faltaba como diseñadora (experiencia, estilo que le gustase a la gente como ilustradora, no saber X herramienta, etc) que me olvidaba dónde quería llegar. Piensa qué te gustaría hacer y dale forma aprendiendo y practicando.
No pedir un adelanto al comenzar el proyecto
Iba por la vida como si mi trabajo no valiese. O peor aún, no pensar en que ser diseñadora también es tener un negocio si trabajas para ti. Nunca pedía un adelanto y así he perdido mucho dinero. Clientes que de repente desaparecen y te quedas con cara de boba y el trabajo hecho. Además, al pedir un adelanto el cliente también tendrá mayor sensación de que es real, que ya habéis comenzado. Hay un compromiso por ambas partes.
No tener un presupuesto bien redactado
Al comienzo mi presupuesto constaba en el precio y en lo que iba a entregar, pero poco a poco he ido modificando para adecuar a lo que es más correcto. Fases del proyecto, entrega de archivos al terminar, qué elementos se me van a entregar para yo poder hacer mi trabajo, fechas de entrega, métodos de pago, etc.
No cuidarme mentalmente
Para tener un negocio hay que ser fuerte. Y si estás insegura, te van a comer. Hay gente maja en esta vida, aunque los que son idiotas hagan más ruido, pero debes estar fuerte para los imprevistos que surgen. Ser autónoma no es fácil y conseguir una cartera de clientes a largo plazo, es muy difícil. El mercado cambia, y además, muy deprisa.
Centrarme en lo que no le gustaba al cliente en vez de enfocarme en lo que sí le gustaba
Cuando algo no le gustaba al cliente, me lo tomaba como si no supiese hacer mi trabajo, como algo personal. Con el tiempo he sabido llevar esas “críticas” porque al fin y al cabo, el 90% de esas veces que dicen no les gusta, tienen un motivo. Hay que saber leer al cliente y ver qué es lo que falla. Además, nunca se empieza de cero con el trabajo. Hay que aprender qué mejorar y centrarte también en esa parte que sí le gusta y que le viene bien a su negocio.
Estos son algunos de los errores que cometí. Y tú, ¿qué errores cometiste y te sirvieron al comenzar tu negocio?.